El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el rey había hecho su última esposa.
Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabrina estaba enferma.
Pese a que existía la prohibición de usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.
A su regreso, el rey fue informado de la situación.
—¿No es maravillosa? –dijo—. Esto es verdaderamente amor filial. ¡No le importó su vida para cuidar a su madre! ¡Es maravillosa!
Otro día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último durazno que quedaba en la canasta.
—¡Parecen ricos! –dijo el rey.
—Lo son –dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado el último durazno.
—¡Cuánto me ama! –comentó después el rey—. Renunció a su propio placer, para darme el último durazno de la canasta, ¿no es fantástica?
Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron del corazón del rey.
Sentado con su amigo más confidente, le decía:
—Nunca se portó como una reina... ¿acaso no desafió mi investidura usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida...
—La realidad es siempre la misma. Y lo que es, es... Sin embargo, el hombre puede leer un hecho de una manera o de la contraria.
Cuidado con tus percepciones, decía Baldwin el sabio, si lo que ves se ajusta "a medida" con la realidad que a ti más te conviene... ¡Desconfía de tus ojos!
Me hizo mucha gracia cuando lo leí, ya que el amor es una bonita cosa. Sin embargo es cierto que nos obnubila y nos ciega. Seguramente dejas atrás todas tus pretensiones y opiniones y aceptarás a la persona que eliges a tu lado tal y como es. El problema es, como todo en esta vida, cuando no lees la letra pequeña del contrato y no sabes lo que estás aceptando.
Llegará un momento en el que encuentres el contrato de tu vida :)
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad.Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso.Temo... dudo.
Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino.Me detengo. Imposible saltarlo
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...
Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja:
-¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta:
-¿Por qué me lo preguntas a mí? Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.
Otra nueva aportación de mi querido Jorge. Bastante cierta, todo hay que decirlo. La gente se empeña en buscar obstáculos a su vida para poder superarlos y poder decir que lo han hecho. Me gustaría que la vida fuera más sencilla, pero entonces no tendría gracia. Yo misma me pongo obstáculos también... Bah, ni siquiera sé si tendré valor para enfrentarme a ellos.
Ito va desvariando mientras tratamos de escribir algo correcto sobre nosotros, somos incapaces, estamos como una cabra, pero somos felices igualmente =)
Si se nos ocurre algo, ya os lo decimos [o no (:]
[Ana: a nadie le interesa nuestra vida sentimental, pero Ito insiste en que diga que está soltero xD]