12 de diciembre de 2013

Cosas que hacer en vez de estudiar

Había pensado en volver a hacer lo que hice hace cuatro años casi, eso de las palabras con colorines chachipirulis. Tiene gracia, porque lo hice en el 2009, que fue un año de mierda, y éste ha ido por el mismo camino. Pero mis exámenes no se van a estudiar solos.

El caso es que aquí estoy, pero no soy la misma. Dicen que a base de palos se aprende, pero yo necesito martirios chinos con Camela de fondo porque de buena soy tonta. (Diría más, pero no me gusta decir tacos en mi blog, ante todo soy una señorita.)
Y todo esto viene porque estoy cansada de tragar y no recibir nada a cambio. Toda mi vida he crecido con la regla dorada de "Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti". Preciosa. Maravillosa. UNA MIERDA. La gente te trata como si fueras el último mono de la última selva tropical del Amazonas, se aprovecha de tu alma cándida, de tu "batería de optimismo inagotable" y de tu disposición a estar ahí, a ayudar, porque te gusta agradar.
Pues no señor, basta de agradar a todo el mundo y de tratar por igual a gente que no se lo merece que a gente que te ha demostrado mil y una veces su incondicionalidad. Basta de pisoteos y de "Cómete tú el marrón". Basta de "Soluciona nuestros problemas". Basta de ser subnormal. Basta de sentirte una extraña en tu propia casa y de no hacerte valer.

Voy a empezar a hacer limpieza. Que tiemblen los EREs.


23 de noviembre de 2013

El meteorito

Un meteorito. Eso era. O al menos así llegó. Como una bola que cae sin motivo ni rumbo fijo pero que arrasa todo lo que encuentra y va quemando y quemando a medida que se introduce más y más en la atmósfera.

Y aquí, nuestro amigo el pez, al que por poco se le seca el estanque del susto.

"Hola, Meteorito", dijo el pez. Nunca había visto a un meteorito (o, si lo había visto, no se acordaba, estos peces y su memoria...) y estaba fascinado. "¿Qué buscas aquí?"
"No sé", contestó el meteorito con voz vacía.
"¿Estás triste?", preguntó el pez.
"Puede", le respondió el meteorito.
"¿Y por qué estás triste?"
"Da igual."
"¿Acaso te falta algo?"
"Sí."

El pececito entonces vio dentro del meteorito. Y, efectivamente, le faltaba un pedazo, parecía pequeñito por fuera, pero por dentro era enorme. El pececito sintió que debía ayudar al meteorito a encontrar ese pedazo. No quería sustituirlo, el pececito era consciente de que no estaba hecho para vivir en meteoritos, pero quizá si el meteorito encontraba su pedazo dejaría de estar triste y sonreiría. Y al pez le gustaban mucho las sonrisas.

"¿Quieres que te ayude?"
"Me da igual"
"¿Siempre eres tan elocuente?"
Si hubiera tenido hombros, el meteorito los habría encogido.

Pobre meteorito, con menudo pez cabezota se había ido a encontrar.
Y tan cabezota. Se había dado cuenta de que, si se acercaba mucho al meteorito, se le secaban las escamitas y comenzaba a encontrarse mal. Pero él seguía insistiendo. Al fin y al cabo, el meteorito había caído al lado de su estanque, el pececito no podía ignorarlo sin más. "A nadie le gusta estar sin un pedazo", pensó. El pececito sabía que el meteorito no iba a pedirle ayuda, pero igualmente lo iba a hacer. Tendría cuidado de no acercarse demasiado, cuidaría de sus escamas, pero la decisión estaba tomada.



16 de octubre de 2013

Vengo de chillarle al infinito que te necesito



Me retiraré al campo con una sonrisa,
si me pisan tus fantasmas yo iré más deprisa.
Juego mis cartas al todo o nada, fiel destino,
tú que nunca me has abandonado en el camino.

14 de julio de 2013

2 de mayo de 2013

Arriésgate.

Es más entretenido que quedarse de brazos cruzados viendo pasar la vida.

16 de abril de 2013

Sueños

Y así tras esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar,
decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas,
decidí ver cada problema como la oportunidad de hallar una solución,
decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis,
decidí ver cada noche como un misterio a resolver,
decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

[...]

Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.

[...]

Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.

Walt Disney.

21 de febrero de 2013

Haters gonna hate.

Feo. Gorda. Pelma. Gafotas. Larguirucho. Tapón. Anoréxica. Sudaca. Friki. Rojo. Estrecha. Hipócrita. Boca de acero. Pedante. Zanahoria. Antisocial. Goticucho. Sin vida. Facha. Inútil. Peluda. Empollón. Plancha. Puta.
Y así.
Levanta la mano si te has sentido identificado.

Últimamente estoy viendo muchas cosas a mi alrededor que no me gustan, y el maltrato verbal vuelve a la carga. El otro día estábamos Astarté, Brunilda, la chica del pelo de fuego, Xellos y yo pasando una agradable velada y surgió el tema. Astarté preguntó "¿Quiénes de los aquí presentes han sufrido bullying?" Y todos levantamos la mano. Y esto es una realidad. ¿Los motivos? Ser demasiado lista, demasiado callada, demasiado bajita, demasiado demasiado. Los niños pueden ser muy crueles y las palabras a veces hacen más daño que los gestos, pero mi mayor enfado surgió al ver este vídeo.
¿Por qué una persona que es feliz, que le gusta hacer lo que hace, que trata de sacarnos a todos una sonrisa, tiene que dejar de hacerlo? Porque hay gente que no se lo permite. ¿Y quién es esa gente para permitirnos nada? Ése es el problema. NADIE. Pero ellos lo hacen.
Lo peor del acoso y de los insultos es que vienen de gente destructiva, que necesita expresar esa destrucción y la proyecta sobre aquellos que considera débiles. Y se olvidan de que es importante respetar a cada uno. Es como que les pone, insultar. Como si odias con todo tu ser las coles de bruselas pero sientes la necesidad de comerlas una y otra vez para decir "Qué asco".
(Yo, por ejemplo, detesto los filosofeos frívolos, y me dan ganas de dar sillazos en la cara más de una vez. Pero en vez de gastar mi tiempo leyéndolos y comentando "Buu, no me gustas" prefiero leer un buen libro o ver una peli. Llamadme rara.)
Evidentemente, si lo has sufrido, salir de un proceso así cuesta, y mucho. La persona afectada se llena de inseguridades, de miedos, de ¿Será verdad que soy así? e incluso puede llegar a creérselo y hundirse del todo. Pero se puede conseguir.
Lo importante es aceptarse a uno mismo tal y como se es. Pero no como te dicen que eres, sino como tú te ves. Que tu "defecto" se convierta en tu virtud, sin importar a quien le pese. Es decir, si te crees que no vales nada porque la gente te lo dice... ¿Por qué no empezar a creer que sí vales algo, porque te lo digo yo? Todos tenemos nuestro potencial, y sólo hay que descubrirlo. Quiérete. Tómate la vida con humor, busca lo que te hace feliz y aléjate de lo que te hace infeliz. ¡Sonríe!. E incluso puedes probar con el ensayo y el error. Yo traté de parecerme a la gente que se reía de mí, con la gran idea de "Si soy como ellos, me aceptarán". Y no sé si habría funcionado o no, pero es que era TAAAAAAAN aburrido ser como ellos que preferí que siguieran con sus insultos a cambiar mi forma de ser. Siempre va a haber gente a la que no le gustes, pero también habrá gente a la que sí, y es por ellos por los que tienes que seguir siendo tú mismo, porque que cambies es lo que quiere la gente mala, y no queremos hacer feliz a la gente mala, ¿verdad?.

No sé si esta entrada habrá conseguido algo, estoy con un resfriado monumental y me salen las palabras sin pensarlo mucho. Pero al menos me gustaría que comiences a pensar en lo mucho que vales. Y que sonrías. Y si mi entrada no lo ha conseguido, esto sin duda lo hará:

:)

11 de febrero de 2013

Cosas

Pues menos mal que iba sin miedo a Enero, que si no...

6 de enero de 2013

Sin miedo a Enero


Vamos allá :)