29 de junio de 2012

Os debo una entrada cursi.




Trees have dropped their leaves,
Clouds their waters
All this burden is killing me

Distance is covering your way,
Tears your memory
All this beauty is killing me

Oh, do you care,
I still feel for you
Oh, so aware,
What should be lost is there

I fear I will never, never find anyone
I know my greatest pain is yet to come.

Te echo de menos. Como siempre.

6 de mayo de 2012

Proyectos

No me gustan los cambios. Nunca me han gustado y creo que nunca me gustarán.
Cuando algo está bien, me gusta que se quede así, y cuando está mal, si puedo soportarlo, también.
A lo mejor ese es mi problema, que soy demasiado conformista. Pero soy así.

Me gusta sentirme querida. Quizá sentirme excesivamente querida. Me gusta dar abrazos. Y recibirlos. Decir palabras cariñosas. Y recibirlas. Me gusta sonreír y ver que la gente sonríe conmigo. Cuando siento que estorbo o que sobro en alguna parte, no es incomodidad lo que reproduzco, sino tristeza, angustia.

Hace unos meses empecé un proyecto interesante. Padres que decían "¿Pero... podréis soportar la convivencia?" y yo respondía, plenamente segura "Pues claro que sí, somos adultas y si hay problemas, podemos hablarlo". Y en realidad las cosas han ido muy bien, no hemos tenido ninguna disputa gorda, no ha llegado la sangre al río. Hasta ahora.
Percibo ingratitud. Malestar. Prisa. No me gusta la prisa. Ni que me agobien. Al fin y al cabo, la que está "haciendo el favor", el esfuerzo, haciendo lo que no tendría que hacer, soy yo. Y nadie se ha molestado en darme las gracias por ello. De hecho, hoy se han atrevido hasta a insinuar que ni siquiera era para tanto. Pues chata, si no te gusta, es tu problema, porque tú fuiste la que lo eligió.
Tampoco me gusta que me hablen en mal tono, como si me estuvieran haciendo un favor inmenso al dirigirme la palabra. Bastante incómodo es para mí tener que ir detrás todo el rato, recordando y pidiendo, como para que me digas "Pues obviamente no lo tengo". Pues OBVIAMENTE no lo sé, y OBVIAMENTE deberías tenerlo.

Tengo miedo de quedarme sola. Y sé que, si se van, me hundiré y las echaré mucho de menos. Pero cuando las veo así, me pregunto si ellas son felices aquí. Porque yo lo daba por hecho desde un principio, pero es posible que me equivoque.
Tengo miedo de quedarme sola. Pero me he dado cuenta de que ahora mismo lo estoy.


11 de abril de 2012

Fábula del pececito.

Esto era una vez un pececito que nadaba dulcemente. Le divertía chapotear y salpicar, al fin y al cabo, era un pececito feliz.
El pececito había conocido a otros peces. Los recordaba. Aunque claro, todo el mundo sabe que la memoria de los peces es efímera. También recordaba a aquella mujer de largos cabellos, y a los gemelos y el centauro de tierras lejanas. La pequeña mente del pececito sabía que los conocía, sabía por qué estaban ahí.
El pececito hacía gimnasia mental con la Cabra.


El pequeño pececito veía desde su estanque el mundo. No sabía dónde acababa el estanque, ni le importaba. Se dedicaba a ir de un coral a otro, chapoteando, chapoteando.
Desde hace un tiempo (¿Mucho? ¿Poco? ¿Cuánto vive un pez? Para alguien de una memoria tan ligera, pasado, presente y futuro se fundían en una sola cosa) observaba el vuelo de las aves. Le fascinaba saber cómo esos seres tan grandes podían surcar ese estanque inmenso que cubría el mundo hasta el horizonte.


El escorpión había llegado a su estanque sutilmente. Había venido con otros escorpiones, pero el pececito había puesto sus ojos en él. Quizá influyera su color rojo. Rojo sangre, rojo pasión, rojo fuego. Quizá influyera su cola, con aquél aguijón flamante, la idea del peligro, del riesgo.
Pues no.
El pececito, con su mente efímera, buscaba alguien que pudiera aportarle algo más. Buscaba sentido común. Buscaba madurez. Buscaba inteligencia más allá de la repetición.


El pececito inició un trueque con el escorpión. Él se dejaba picar, dejaba que el escorpión descargara en él toda su vida, todas sus penas a cambio de entendimiento y mimos. A cambio, el pececito recibía también su dosis de intelecto y se sentía completo.
Lo que el escorpión no sabía, es que por las venas del pececito corría una sustancia. Una droga dulce.


(Me he contenido con los dobles sentidos pa que quedara algo bonito, QUE LO SEPÁIS)

25 de febrero de 2012

20

Como cumplo 20 años
Y tengo más de 20 amigos
Si cada amigo me da un euro
...

PODRÍA PAGARME LA ENTRADA A LA WARNER BROOOSSS

:)

Illo, qué vieja soy, qué horror xDDD

10 de enero de 2012

Forjando coronas

"¿Te vas ya?"
"Sí, que son las doce y media"
"Es que en realidad, fuera hace frío, y tu casa está muy lejos, ysitevasahoratevoyaechardemenos"
"¿Eso último lo has dicho muy rápido, no?"


"¿Quieres quedarte?"
"No me lo digas dos veces"
"¿Quieres quedarte?"



Mmm, katze.




Me pongo súper empalagosa cuando estoy in love. Lo sé. Pero me seguís queriendo igual, (y me seguís leyendo igual xD)




Miau

29 de noviembre de 2011

Tsu.Ku.Shi


No te rindas. Tú puedes con todo.

PD. Es la última ultimísima página del manga No me lo digas con flores.
Me encanta. Me lo leería mil veces más. 
Tuve una mezcla de orgasmo y ataque nervioso al leerla. 
Dalai es testigo xDDDDDDDDD

17 de noviembre de 2011

Burocracia

Estimados/as Sres./as D./Dñas lectores de este espacio.
Hoy voy a hablar de una de las especies más fieras, indomables y salvajes que habitan la fauna española. Los funcionarios.

En estas últimas fechas he frecuentado repetidas (y tan repetidas) veces la oficina de Correos. Es lo que tiene vivir fuera de tu provincia, que a la hora de votar tienes que armar un papeleo alucinante.
Durante mi estancia en este lugar de perversión e indiferencia, he visto oficinistas indignados, ancianitas indignadas, alumnas de Arquitectura indignadas y hasta a mi profesor de Termodinámica. Y no hablo de la indignación del 15-M, sino a la impotencia ante la inutilidad del sistema burocrático de este país. Voy a narraros mi Odisea.

Día 1.

Como la universidad absorbe mi vida, el día en el que se desencadenó todo yo no estaba en mi casa. El cartero llegó con la intención de darme mi sobrecito electoral, y, al no encontrarme yo, le indicó a mi compañera de piso que me dirigiera a la oficina de Correos a por él. ¿Dejó algún resguardo? ¿Dijo a qué oficina? Evidentemente no.
Tras patearme Bravo Murillo, di con el primer Burocratis burocrae, un señor que me dijo que sin resguardo no podía hacer nada y que además allí no era, que fuera a otra oficina. Además de una señora que tuvo a bien solaparme sin dejarme terminar, con la excusa de "Ah, ¿ves? yo sí tengo el resguardo. Atiéndame-a-mí-porque-mi-marido-no-me-folla-por-las-noches-y-necesito-atención."
Continué pues, mi viaje por Chamberí, porque el señor tampoco tuvo a bien decirme cuál de las miles de millones de oficinas de Correos de Madrid era la que me correspondía. Y llegué. Llegué a la que sería mi guarida de Circe. ¿Por qué? Porque allí estaba la bruja, aunque la conocería en una etapa posterior de mi viaje.

Tras media hora de cola, me atendió otro Burocratis, que volvió a repetirme inexpresivamente que sin el resguardo no podía hacer nada, y me soltó la frase más temida por todos aquellos que alguna vez se han cruzado con estos especímenes procedentes del Averno. "Vuelva usted mañana". Desolada y vencida, abandoné el campo de batalla.

Día 2.

Al segundo día, me armé con mi mejor armadura y fui dispuesta a conseguir mi propósito. Me dirigí a la guarida y volví a coger el tiquet maldito para la cola. Peor que en el bingo, oye.
"¿370? ¿371? ¡Yo! ¿371? ¡Yo! ¡Yo! Línea para el caballero, pase a recoger su sobre".
Que digo yo, sabiendo como se sabe que Correos va a petarse vilmente en estas fechas (Ya que sólo dan 5 días para votar... SI TE LLEGA EL PUTO SOBRE ELECTORAL DE LOS HUEVOS) y que cantidad a veces significa calidad... ¿Por qué en vez de poner a uno atendiendo no ponen a tres? Coño, que hasta en el Día lo hacen cuando la cola se hace larga.
Pues no. En Correos no.

Volví a esperar mi media hora - 45 minutos de rigor y me atendió Circe.
"Buenos días, venía a recoger mi aviso de llegada del sobre electoral"
"Pero eso le habrá tenido que llegar a usted"
"Sí, pero al no estar en casa el cartero no lo dejó"
"¿Y no le ha dejado ningún aviso?"
"No."
"Entonces yo no puedo hacer nada"
"Vine aquí el viernes y me dijeron que volviera el lunes, que estaría aquí"
"Pues lo que yo no voy a hacer es ponerme ahora a buscártelo. Ya te llegará. Es que mira que es impaciente la gente ¿Eh?"

En ese momento, si mi pelo no se puso rubio y mis ojos verdes fue por pura suerte. ¿Cómo que no te vas a poner a buscármelo? Y a cuatro patas si hace falta, que para eso te pagan, para que trabajes.
Resignada y frustrada, me retiré de nuevo.

Día 3.

Para que la cosa quede más en tensión y la trama dé un giro postal inesperado diré que el Día 3 fue ayer, y que supuestamente ayer era el último día para enviar el voto.
Pues bien, ayer fui a clase por la mañana, como Dios manda, y a la vuelta me esperaba mi maravilloso portero con una agridulce noticia. "Eres Pineda, ¿verdad? Han venido los de Correos a entregarte el sobre, pero no estabas." Joderhostia. "Pero te han dejado el aviso ahí en el buzón, han dicho que vayas esta tarde urgentemente". ¡El aviso! ¡Por fin! El mundo parecía un lugar mejor. Hasta volvieron mis ganas de votar y todo.
Con ánimo y llena de coraje emprendí mi marcha, dispuesta a acabar de una vez con esta pesadilla.
Llegué y cogí mi número. Hice amistad en mi espera con un joven oficinista de ojos azules, tan indignado como yo por la desorganización y mala gestión en general del tema. Me tocó. Presenté mi aviso, tan sonriente. La chica lo buscó. Volvió a buscar. Siguió buscando. "Lo siento, parece que no lo tenemos"
Sí. Así es. Al parecer mis votos se habían quedado en la oficina, y hasta esa noche (SE SUPONE) no llegaría a Correos. La chavalilla me dijo que iban a dar un día más para votar, qué gran esfuerzo, y que lo sentía mucho, QUE VOLVIERA MAÑANA, y que "Pues no votes, si para qué vas a votar, si ya se sabe quién va a ganar". Eso, aunque no deja de ser una verdad como un templo, me desquició, porque no hace más que afirmar el estado de resignación en el que vivimos en este país. ¿Se sabe quién va a ganar? ¿Eso vale nuestro voto? Pues entonces para qué vota nadie, se elige el que se sabe que va a ganar y no se nos hace perder el tiempo. Ah no, que esto es una democracia, sí. Esto lo que es, es una mentira como una catedral, pan y circo, bipartidismo, burocracia inútil y hacernos creer que nuestra opinión no es importante.
Qué bien, oye.

Día 4.

Hoy será el día en que mi viaje finalice. Deseadme suerte.

"Cuando emprendas el viaje hacia Correos
ruega que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
A los giros, a los sellos
o al fiero funcionario, nunca temas.
No encontrarás trabas en el camino
si se mantiene cercano tu número de cola y es exquisita
la emoción de la llegada del aviso.
Ni a los giros, ni a los sellos,
ni al feroz funcionario has de encontrar,
si no los llevas dentro del resguardo,
si no los pone ante ti media hora de espera.
[...]
Y si la encuentras pobre, Correos no te ha engañado
sabio como te has vuelto con tantas experiencias,
habrás comprendido lo que significa vivir en España."