16 de mayo de 2016

25 de marzo de 2015

Si me quieres en tu vida, haz por mantenerme en ella

Llevo mucho sin escribir parrafadas por aquí y la verdad es que ahora me cuesta arrancar. Además es que sé perfectamente lo que quiero decir pero por otro lado escribirlo sería asumirlo, en cierto modo, y a mí es que estas cosas se me dan muy mal. Así que lo mejor será empezar dando un rodeo.

Me estoy leyendo un libro maravilloso. Un libro como hacía mucho tiempo que no leía. Un libro que me tiene atrapada hasta altas horas de la madrugada y con el que voy a todas partes (Debería controlar un poco esa costumbre los días en los que diluvia, la verdad). Me estoy leyendo El temor de un hombre sabio, y ahí he aprendido de la existencia de los grams.

Según (sabía que debía existir xD) la wikipedia del asesino de reyes, un gram es:

"Una interesante obra de artificería. Es una especie de armadura que impide que puedan hacer [magia de la chunga] contra tu cuerpo".

(Me he permitido una ligera licencia)

Total, una cosa que te proteje de las cosas malas. Y da la casualidad de que este año yo tengo grams. Las grams. La verdad es que desde que las tropas polacas se retiraron ya de por sí sentí una gran liberación, pero ahora estoy muy bien y eso es algo que no cambiaría. Y ahí está el quid de la cuestión. No cambiar cuando se está bien. O cambiar cuando se está mal.
Es verdad que para quitarme de encima a las tropas polacas usé un método poco ortodoxo en vez de encararme con ellas, pero siempre he mostrado mucha reticencia a los enfrentamientos (En parte porque soy una llorica y pierdo toda la seriedad si me echo a llorar). Esto lo digo para que sepáis que cuando me encaro con alguien, cuando decido decir a la cara lo que estoy pensando es porque no sólo he llegado a mi límite, sino que también me importa lo suficiente conseguirlo como para intentarlo, aunque rompa a llorar, si toca.

Entiendo que haya gente que no comparta mi modo de pensar (Soy muy especialita para ciertas cosas), pero me parece de lo más irracional no pelear por algo que se desea. Pelear, hablar, hacer ALGO. No me entra en la cabeza cómo alguien puede dejar la vida pasar, ver como la gente que le rodea se va y quedarse mirando sin hacer nada por impedirlo. Esto me dice dos cosas. O bien que esa persona no considera a su entorno lo suficientemente importante como para querer retenerlo o bien lo considera importante pero no sabe cómo retenerlo. En el primer caso, tenemos a un nihilista y en fin, al final se acabará el entorno y ellos seguirán ahí. En el segundo caso tenemos a un ingenuo. Porque nadie nace sabiendo y todo tiene un pase. Esta persona intentará mil y una cosas, pero como no sabe, seguramente no acierte.

Entonces, de nuevo, pueden ocurrir dos cosas. Que la persona a la que intenta retener se dé cuenta de estos intentos y le diga "Hey, colegui, así no, haz esto" o que le dé absolutamente igual, porque realmente quiere irse y hagas lo que hagas lo va a hacer.

En mi caso, es bastante fácil. Basta con conocerme un poquito para saber qué es lo que requiero para quedarme. Si después de intentar conocerme necesitas preguntarme si me duelen las ausencias o si dependo de mi entorno para estar bien, es que mucho no te has esforzado en saber cómo soy. Y si después de año y medio no sabes distinguir cuándo estoy diciendo "te necesito", aunque no use esas palabras, a lo mejor es que no te necesito tanto como yo pensaba.

15 de diciembre de 2014

Bueno, venga

Un poco de alegría, que parece esto un funeral!!



Ea :D

20 de noviembre de 2014

Mi cactus ha muerto

Mike, mi cactus, murió este verano, y tras varios intentos (inundaciones) para intentar revivirlo he de asumir que ya no está.

Me cuesta mucho asimilar las cosas, y cuanto más repentinas, peor.

Me cuesta asumir que este semestre se me está haciendo tan cuesta arriba como los anteriores, y que quizá no sea mi último primer semestre de la carrera.

Me cuesta asumir que tanto montan, montan tanto Isabel como Fernando, aunque lleven ya más de dos años.

Me cuesta asumir que no voy a aprobar Misiles con mi Casio.

Me cuesta asumir que a #R y a mí ahora nos separen 200 kilómetros más.

Me cuesta asumir que donde antes había mensajes privados larguísimos ahora haya dos tics azules

Me cuesta asumir que haya pasado de 24/7 a...

Me cuesta asumir que no debo ser egoísta.

Me cuesta asumir que las cosas cambien, especialmente porque suelo perderme en esos cambios.

Adiós, Mike.

11 de mayo de 2014

Beth, la chica ciega

"Tienes cinco sentidos. Aprende a usar los otros cuatro, y así tendrás menos cortes y arañazos y cicatrices."  

Hacía mucho que no me recordaban lo horrible que es seguir teniendo 14 años.

21 de enero de 2014

Ferretería

Las decisiones son curiosas. Desde que vi el capítulo de Futurama de la máquina "Y si" (Uno de los diez capítulos de Futurama que habré visto en toda mi vida) siempre he deseado tener algo así. Precisamente porque cuando tomas una decisión significa que siempre hay otra opción, y quién sabe la de cosas que te puedes estar perdiendo. Claro que si lo pudiéramos saber, las decisiones serían siempre acertadas y seguramente nos terminaríamos aburriendo de decidir.

Yo, por ejemplo, decidí venirme aquí a Siberia Madrid. Podría haberme ido a Sevilla y no estaría escribiendo esta entrada ahora. Porque esta entrada va de personas que conoces por casualidad. Personas que no tendrían que haber aparecido en tu vida de no ser porque tú decidiste hacer algo. Presentarte en una quedada gótica cuyo organizador conoces simplemente de un vídeo de Youtube, hablar cordialmente con un muchacho en una fiesta que crees que jamás volverás a ver o entrar en la universidad y tener un número más de expediente que una persona maravillosa.

Siempre me dicen que tengo muchos amigos y que me llevo bien con todo el mundo. Lo segundo es bastante cierto, pero no por ello se implica lo primero. Amigos importantes tengo pocos en comparación con la gente que conozco, pero para mí son enormemente suficientes. También me cuesta mucho distinguir entre "amigos" y "mejores amigos" entre ellos. ¿Por qué tener sólo un único mejor amigo? Con cada persona compartes algo especial, algo distinto, hay cosas que hablas con una que a otra no le llamará tanto la atención, y sin embargo contigo es imposible no contarte algo, por muy estúpido que sea, y aún así siempre estás ahí para escucharlo (Hasta que me dices que te vas a estudiar y en realidad te pones a jugar al Candy Crush, que lo sé yo). Me alegro de que me traigas chocolate y de que me aguantes las pelis de Disney que te hago ver (:D). Me alegro de que me escuches cuando te cuento mis chorradas y de que cuentes conmigo para contarme tus problemas. Me alegro de haberme sentado en segundo a tu lado y de que formes parte de mi vida. 


12 de diciembre de 2013

Cosas que hacer en vez de estudiar

Había pensado en volver a hacer lo que hice hace cuatro años casi, eso de las palabras con colorines chachipirulis. Tiene gracia, porque lo hice en el 2009, que fue un año de mierda, y éste ha ido por el mismo camino. Pero mis exámenes no se van a estudiar solos.

El caso es que aquí estoy, pero no soy la misma. Dicen que a base de palos se aprende, pero yo necesito martirios chinos con Camela de fondo porque de buena soy tonta. (Diría más, pero no me gusta decir tacos en mi blog, ante todo soy una señorita.)
Y todo esto viene porque estoy cansada de tragar y no recibir nada a cambio. Toda mi vida he crecido con la regla dorada de "Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti". Preciosa. Maravillosa. UNA MIERDA. La gente te trata como si fueras el último mono de la última selva tropical del Amazonas, se aprovecha de tu alma cándida, de tu "batería de optimismo inagotable" y de tu disposición a estar ahí, a ayudar, porque te gusta agradar.
Pues no señor, basta de agradar a todo el mundo y de tratar por igual a gente que no se lo merece que a gente que te ha demostrado mil y una veces su incondicionalidad. Basta de pisoteos y de "Cómete tú el marrón". Basta de "Soluciona nuestros problemas". Basta de ser subnormal. Basta de sentirte una extraña en tu propia casa y de no hacerte valer.

Voy a empezar a hacer limpieza. Que tiemblen los EREs.